REDUCCIÓN DE LA DEMANDA DE ENERGÍA DE UNA VIVIENDA
Actualizado Agosto de 2.017.
Como se ha explicado en anteriores posts, la mejora de la eficiencia energética de un edificio se debe conseguir disminuyendo por un lado su demanda de energía y por otro lado utilizando equipos de climatización con altos rendimientos. A esto hay que sumar por supuesto, la aportación que hacen las energías renovables.
Como se ha explicado en anteriores posts, la mejora de la eficiencia energética de un edificio se debe conseguir disminuyendo por un lado su demanda de energía y por otro lado utilizando equipos de climatización con altos rendimientos. A esto hay que sumar por supuesto, la aportación que hacen las energías renovables.
Si nuestra vivienda cuenta con equipos de climatización con altos rendimientos, pero la construcción de la misma no se ha realizado de tal forma que la demanda de energía este lo suficientemente limitada, con toda probabilidad lo que estaremos haciendo es perder dinero. Primero por el coste económico que habrán tenido los equipos de climatización que hemos adquirido (mayor cuanto más alto es el rendimiento del equipo) y después por la pérdida de energía que estaremos sufriendo debido a la escasa calidad en materia energética que tendrá nuestra vivienda.
Para que esta situación no suceda, se debe siempre comenzar actuando sobre el edificio, para reducir su demanda de energía y una vez ésta se ha limitado lo máximo posible, entonces se incorporaran equipos de climatización con rendimientos óptimos.
El Código Técnico de la Edificación (CTE), en
su versión actualizada de 2.013, define la demanda de energía, como “la energía útil necesaria que tendrían que proporcionar
los sistemas técnicos para mantener en el interior del edificio unas
condiciones definidas reglamentariamente. Se puede dividir en demanda energética de calefacción, de
refrigeración, de agua caliente sanitaria (ACS) y de iluminación, y se expresa
en kW·h/m2.año, considerada la superficie útil de los espacios habitables del edificio”.
Es decir, es la energía necesaria en el interior del edificio, para mantener unas condiciones de bienestar y confort óptimas para los usuarios. Esta demanda de energía se puede dividir en demanda de calefacción durante las condiciones de invierno y de refrigeración durante las condiciones de verano.
Es decir, es la energía necesaria en el interior del edificio, para mantener unas condiciones de bienestar y confort óptimas para los usuarios. Esta demanda de energía se puede dividir en demanda de calefacción durante las condiciones de invierno y de refrigeración durante las condiciones de verano.
Por lo tanto, los factores a tener en cuenta para reducir la demanda de energía de un edificio serán los siguientes:
- Las condiciones climáticas de la zona de ubicación del edificio.
- La orientación del edificio.
- La distribución de los recintos de la vivienda acorde con la orientación del edificio.
- La envolvente térmica del edificio (Inercia térmica y aislamiento de los elementos constructivos, aislamiento de la carpintería exterior y de los vidrios, reducción de los puentes térmicos, protecciones de los huecos acristalados, las fachadas o las cubiertas).
- La ventilación de la vivienda.
El estudio de todos estos factores durante la fase de diseño del edificio y la adopción de los mejores criterios, llevará a conseguir un edificio donde los equipos de climatización que se necesiten, requieran de menores potencias debido a las menores pérdidas de energía que se producirá a través de la envolvente térmica del edificio (fachadas, cubiertas, ventanas, etc.).
En el caso de edificios existentes, también se pueden adoptar medidas que mejoren este tipo de factores, para ello es necesario realizar un proceso de rehabilitación energética del edificio, que lleven a mejorar los aislamiento de las fachadas, las carpinterías exteriores, los vidrios, etc.
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