¿QUÉ ES LA EFICIENCIA ENERGÉTICA EN UN EDIFICIO?


Actualizado Agosto de 2.017.

La eficiencia energética se puede definir, de una forma general, como la reducción del consumo de energía que se obtiene en cualquier sector de la sociedad, manteniendo los mismos servicios energéticos y sin disminuir el grado de bienestar y calidad de vida con el que cuentan las personas.


Esta reducción de los consumos energéticos trae consigo otros factores, que son muy ventajosos para el conjunto de la sociedad y que provocan no sólo que no disminuya la calidad de vida de las personas que la constituyen, sino que la haga aumentar. Estos beneficios se producen mediante la reducción de la contaminación ambiental y de las emisiones de gases de efecto invernadero, mediante la disminución de la utilización de combustibles fósiles, evitando su agotamiento y garantizando el mantenimiento del suministro energético y mediante la reducción de la factura energética de empresas y particulares. De este modo, se puede decir sin temor a equivocarse, que la eficiencia energética es el consumo inteligente y responsable de la energía.

Aplicando este concepto al sector de la edificación, se obtiene que la eficiencia energética en un edificio se pueda conseguir reduciendo su consumo de energía sin disminuir el nivel interior de confort de sus usuarios.


Fuente: COEC
Las medidas para reducir el consumo de energía en un edificio son variadas, algunas son tan simples como apagar la luz o la televisión cuando no estamos en la habitación o desconectar los aparatos eléctricos cuando no vayan a ser utilizados, evitando de este modo el consumo eléctrico del modo espera o “stand by”. Pero este tipo de medidas aunque disminuyen el consumo energético, están más bien relacionadas con el ahorro de energía, mediante la utilización racional de la iluminación, electrodomésticos, equipos de climatización, etc. Las medidas para aumentar la eficiencia energética de una vivienda, pueden ser más difíciles de conocer por parte de los usuarios ya que están directamente relacionadas con el desarrollo tecnológico de las instalaciones o con la calidad constructiva de los edificios.

Teniendo en cuenta que el consumo de energía de un edificio proviene de las instalaciones de iluminación, calefacción, aire acondicionado, agua caliente sanitaria (ACS) y los equipamientos domésticos (electrodomésticos, ordenadores, etc.), se puede conseguir disminuir el consumo energético sustituyendo los equipos que forman parte de las instalaciones térmicas de calefacción, refrigeración o ACS, por otros de mayor rendimiento (calderas, aparatos de aire acondicionado), es decir equipos que producen más energía térmica en relación al consumo que tienen. También se pueden incorporar al edificio energías renovables como la solar térmica para producción de ACS, la energía geotérmica o sustituir las lámparas para iluminación  por otras de mayor eficiencia (bajo consumo, LED).

Todas estas medidas favorecen el descenso del consumo de energía, pero existen otras relacionadas con la construcción de los edificios y que afecta de una manera considerable a la posterior climatización del mismo. Si prestamos atención a la actual legislación sobre certificación energética de edificio, en concreto el Real decreto 235/2013, podemos encontrar definida la eficiencia energética de un edificio como:

“el consumo de energía, calculado o medido, que se estima necesario para satisfacer la demanda energética del edificio en unas condiciones normales de funcionamiento y ocupación, que incluirá, entre otras cosas, la energía consumida en calefacción, la refrigeración, la ventilación, la producción de agua caliente sanitaria y la iluminación”. 

En esta definición aparece un concepto nuevo que es la demanda de energía, siendo además el factor que determina el consumo energético que tendrá el edificio. Si la demanda de calefacción o refrigeración es grande el edificio consumirá más energía que si la demanda es baja. Por lo tanto no sólo se reduce el consumo de energía mejorando las instalaciones térmicas, los sistemas de iluminación o los equipos eléctricos, también se pueden actuar reduciendo la demanda energética y para ello es fundamental que a la hora de construir un nuevo edificio, reformarlo o rehabilitarlo se tengan en cuenta criterios para mejorar su eficiencia energética desde la fase de diseño hasta la de construcción e incluso durante el mantenimiento del mismo.

Los factores que reducen la demanda de energía de un edificio son entre otros; el estudio de las condiciones climáticas del entorno donde se ubica, una adecuada orientación y distribución de sus estancias, favoreciendo la iluminación natural, la ventilación cruzada o las ganancias de calor producido por los huecos acristalados durante el invierno. Un aspecto muy importante también es la mejora de la envolvente del edificio (fachadas, cubiertas, suelos, huecos), mediante el aumento del aislamiento térmico, la inercia de los materiales, la utilización de elementos de sombra durante el verano o reduciendo las perdidas energéticas producidas por los puentes térmicos. Todos estos factores se encuentran dentro de lo que se conoce como arquitectura bioclimática.

Por tanto, un alto grado de eficiencia energética en un edificio se consigue comenzando por reducir la demanda energética mediante la incorporación de criterios bioclimáticos en su diseño y construcción, en el caso de edificios nuevos, o en su rehabilitación, si se trata de edificios existentes, obteniendo como resultado la reducción del consumo energético. Posteriormente a la reducción de la demanda, se incrementa la eficiencia energética, mediante la implantación de equipos de climatización e iluminación con altos rendimientos y sistemas de energías renovables. Todo ello sin disminuir el nivel de bienestar ni la calidad de vida de los usuarios del edificio.

Webgrafría: idae.es / CONSTRUIBLE.es / twenergy.es / minetur.gob.es

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